NUESTRO EDITORIAL // CIEGO Y PELIGROSO FANATISMO
EL RADAR.COM.-Aunque
a los más exaltados duela reconocerlo y a riesgo de sufrir diatribas y
amenazas similares a las proferidas contra la laureada escritora Angela
Hernández, lo cierto es que los grupos haitianos que promovÃan realizar una
actividad pública en el parque Mirador Sur
al decidir suspenderla ante las
crÃticas recibidas y las sospechas vertidas sobre el propósito subrepticio de
la misma dieron una demostración de prudencia, que evitó posibles e indeseables
actos de violencia.
No actuaron en cambio con la debida
sensatez quienes ya sin necesidad ni
justificación alguna tomaron su lugar y ocuparon el espacio que dejaron vacante
para ofrecer una demostración de
exagerado ultranacionalismo enarbolando consignas y amenazas de corte
guerrerista.
Esa agresiva demostración de ciego fanatismo que ya debe haber dado la
vuelta al mundo es el peor servicio que puede ofrecérsele al paÃs tanto en el
ámbito interno como en el plano internacional proyectando una imagen de
República Dominicana de intolerancia,
racismo y discrimen que no se
corresponde con la realidad, en tanto revive el penoso recuerdo de las
persecuciones contra los negros en el Sur de los Estados Unidos y los nazis
contra los judÃos en la Alemania hitlerista.
Ciertamente la inmigración ilegal desde
el otro lado de la frontera constituye un serio problema para el paÃs. Eso es
una realidad innegable. Pero...¿por qué
se produce? O, más bien, ¿por qué
ocurre? ¿No es acaso porque la vigilancia fronteriza es continuamente violada,
muchas veces con la complicidad de autoridades sobornables, que tal como ha denunciado
el padre Regino MartÃnez, deportan ilegales por la mañana y por la tarde los
tienen de regreso?
¿Cómo es que pueden entrar al paÃs los “tours”
de vehÃculos cargados de haitianas embarazadas que cruzan la frontera para
venir a alumbrar a los hospitales dominicanos donde ocupan la cuarta parte o
mas de las camas disponibles?
¿Acaso no es también porque sobre todo en
la agricultura y la construcción,
incluyendo las propias obras públicas, se invierten los términos de la
ley, o sea, que un ochenta por ciento de mano de obra es haitiana y apenas un
veinte o menos, dominicana?
¿Es acaso porque gran parte de nuestra
gente joven y en capacidad de trabajo, argumentando bajos sueldos rehuye el
trabajo fuerte prefiriendo dedicarse a la comodidad e informalidad del
moto-concho, cuando no a insertarse en el bajo mundo de la delincuencia y minitráfico barrial de drogas, que a fajarse sembrando en el campo o poniendo
blocs en la construcción?
¿Acaso no somos nosotros mismos los que a
través de los años hemos mantenido la frontera en las más deprimentes
condiciones de pobreza provocando el
éxodo continuo y creciente de dominicanos y dejando desiertas porciones
cada vez mayores del territorio que va llenándose de haitianos, muchos de ellos
indocumentados?
¿Qué cuota de responsabilidad nos toca a
nosotros mismos por hacernos cómplices de ese trasiego ilegal que provee mano
de obra necesitada y más barata?
No es colgando haitianos de postes de
luz, ni recreando la brutal masacre trujillista, ni desatando una ciega
persecución contra los inmigrantes, siendo nosotros también inmigrantes en una
mucha más elevada proporción que los que recibimos del otro lado de la
frontera, que vamos a resolver el problema.
La
solución no radica en vociferar amenazas
ni empuñar fusiles. Mas bien consiste, y
asà creemos que lo aconseja la más elemental razón, en asumir con responsabilidad y sensatez el
problema poniendo en práctica polÃticas adecuadas e inteligentes, con un sólido
sellaje de la frontera, haciendo respetar con firmeza las leyes de inmigración
tanto a los haitianos como a los dominicanos que las vulneran, procediendo a rescatar y repoblar los espacios
que hemos ido dejando vacÃos, aprovechando su potencial y promoviendo su
desarrollo económico y creando condiciones de vida apropiadas que contribuyan
a frenar el éxodo, asentar a los que
están y motivar a regresar a los que se fueron.
Esa pudiera ser la primera lÃnea defensiva de nuestra integridad
territorial y sentido de dominicanidad. MR
No hay comentarios