NUESTRO EDITORIAL // LA DEPURACION DEL PODER JUDICIAL
EL RADAR.COM,En su discurso de fondo, en ocasión de
dar inicio al presente año judicial, el Presidente de la Suprema Corte de
Justicia, Mariano Lebrón Saviñón, mostró su disposición de emprender un proceso
de depuración en las filas de la Judicatura de magistrados cuyos fallos no se
ajustaran a las normas legales, o sobre los que se pudiera encontrar indicios
de acciones dolosas. No fueron
muchos los que tomaron en cuenta sus palabras.
El tiempo ha dado evidencias de que hablaba en serio.
Al momento presente, ya son once los
magistrados han sido dados de baja por actos reñidos con la ética que debe
acompañar sus funciones. Varios están
sometidos a la Justicia, algunos de los cuales en prisión preventiva y otros
están en proceso de serlo, de acuerdo a manifestaciones adelantadas por el
Procurador General de la República.
A partir del momento en que la jueza
Awilda Reyes admitió ante el propio Presidente de la Suprema haber sido
presionada para aceptar un elevado soborno para dictar fallos altamente
cuestionables que fueron motivo de escándalo público, se descubrieron a lo interno de altas
instancias de la Justicia los hilos de una red de venta de sentencias a cambio
de fuertes sumas de dinero, en pesos y dólares, asà como viajes al extranjero y
otras dádivas. El caso fue aireado
ampliamente en los medios de comunicación.
Ahora, otros tres magistrados dados de
baja de la Judicatura, enfrentan también la vindicta pública por haber
deshonrado el ejercicio de sus elevadas funciones. De acuerdo a las informaciones que han visto
la luz, todo indica que sobre los mismos pesan fuertes indicios de
culpabilidad, de muy difÃcil si no imposible forma de rebatir en los tribunales
por más argucias a que puedan apelar los respectivos abogados defensores.
Es una buena señal de que hay una firme
voluntad por limpiar las filas judiciales de jueces cuyas actuaciones estén
reñidas con los principios que debe regir su comportamiento, como ejecutores de
la ley y defensores de la sociedad.
Lógicamente la acción depuradora no puede
detenerse en ese nivel exclusivo. Es
preciso que la misma se extienda a todas las instancias del Poder Judicial por
un lado, pero también y ya esto será responsabilidad de la ProcuradurÃa
General, incluir igualmente a los fiscales que no cumplan con sus funciones o
peor aún, que condicionen las mismas a acciones dolosas e intereses espurios.
Ahora bien. El Poder Judicial ha sido
siempre una especie de Cenicienta al
momento de distribuir el Presupuesto Nacional. La asignación que recibe es simplemente
insuficiente desde todos los puntos de vida.
De igual modo que si queremos buenos policÃas, educadores preparados y
dedicados y médicos capaces y cumplidores hay que retribuirlos adecuadamente,
también es preciso que jueces, fiscales y auxiliares de la Justicia reciban
salarios que estén acordes con la importancia del trabajo que realizan. Y de igual modo, que el llamado “Tercer
Poder del Estado”, disponga de los recursos administrativos y técnicos que
requiere para realizar su labor.
La depuración del Poder Judicial es un
gran paso. Pero es solo un primero.
Falta recorrer el resto del camino para que logremos el ideal de una Justicia
sólida, eficiente, insobornable y confiable, a la que cada ciudadano tenga
acceso en la seguridad de que sus casos serán resueltos a la luz del derecho.
Aquà también hay que hacer lo que nunca
se habÃa hecho.MR
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