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NUESTRO EDITORIAL // UN DURO DISCURSO

EL RADAR.COM,A la luz de la visión y los intereses de los países en vías de desarrollo, la intervención del Presidente Danilo Medina en la Asamblea General de las Naciones Unidas no tuvo desperdicio.  Fue un duro discurso, cargado de verdades como puños, donde puso los puntos sobre las íes y nada faltó ni sobró.

El presidente Medina resaltó el rejuego hipócrita y la naturaleza falsaria del libre comercio, donde las naciones ricas imponen normas estrictas a las de economía más débil y de cuyo cumplimiento se excluyen a conveniencia en perjuicio de estas.  

No fue retórica vacía, de simple argumentación.  De manera específica se refirió a los cuantiosos subsidios agrícolas que otorgan las grandes economías a sus productores. Sus señalamientos tuvieron endoso de cifras contundentes. Para los próximos años, los Estados Unidos tienen previsto entregar un promedio de 97 mil 800 millones de dólares anuales de ayuda y compensación a sus cosecheros.  Entre el 2014 y hasta el 2020, los países de la Unión Europea habrán destinado 408 mil millones de euros a ese mismo propósito.

Son cifras abrumadoras, que quitan sueño y respiración y que imponen una competencia desleal, injusta, abusiva e imposible de paliar en perjuicio de los productores de los países en vías de desarrollo, cuyas economías tienen una alta dependencia del sector agrícola, los llevan a la ruina y comprometen seriamente las posibilidades de garantizar la seguridad y soberanía alimentarias, aumentan su dependencia y ensanchan cada vez más la insalvable brecha entre los países ricos y pobres. 

Nuestro propio caso es un vivo de ejemplo de un proceso de inexorable empobrecimiento a futuro cada vez más acortado, de nuestros productores agrícolas en la medida en que vaya entrando en vigencia la progresiva desgravación de los productos similares importados.  Bastaría poner ojo en el creciente déficit comercial, cuantificado en miles de millones de dólares, registro por el país en su intercambio con los Estados Unidos a partir de la firma del DR-CAFTA que antes de su entrada en vigencia arrojaba,  por el contrario, un balance favorable al país.

En otra parte de su vigorosa intervención, el presidente Medina sacó cara en defensa de la región, rechazando de manera enfática el difundido cuanto falso estigma de que nuestros países caribeños son sinónimo de “paraísos fiscales”. Siempre poniendo al desnudo  disimuladas realidades, sostuvo que la gran mayoría de estos están bajo la jurisdicción de las naciones más ricas.  Y afirmó que no solo refugio de dinero, en buena parte de procedencia turbia, sino que sirven de plataforma para operar financiera y comercialmente en los mercados mundiales de capitales.

Sin proponérselo, el discurso del mandatario sirvió de reflejo a realidades comunes que enfrentan nuestros países en desarrollo y de vocero a sus añejas aspiraciones a un trato equitativo y a reglas de juego transparentes que nos permitan avanzar en el combate a la pobreza y en el camino que conduce al progreso y al bienestar a que nuestros pueblos tienen legítimo derecho.

Siendo justos, al margen de pasiones partidarias, vale reconocer que el Presidente Medina llenó su papel a cabalidad. Posiblemente sus palabras caigan en el terreno baldío de la tradicional indiferencia de las naciones poderosas, pero de seguro que el eco de las mismas debe estar todavía resonando en no pocos oídos.MR

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