NUESTRO EDITORIAL // LO QUE LE FALTO AL INFORME
EL RADAR.COM,De nuevo, como cada año, el Gobierno de
los Estados Unidos dio a conocer la relación de los paÃses que, según expresa,
no cumplieron con sus compromisos contra el tráfico y la producción de drogas
en los últimos doce meses.
Y de nuevo también, la República
Dominicana, figura en esa lista negra en la que aparecen, entre otros, paÃses
de largo historial en la producción de drogas y la existencia de poderosos
carteles internacionales que manejan el que se considera el tercer negocio que
genera mayor volumen de recursos en el mundo. Tales: Colombia, Bolivia,
Birmania, Honduras, Laos, Pakistán y Perú, por citar solo unos pocos.
Pero al menos, en la parte que nos concierne, hay que señalar
que la relación adolece de un importante vacÃo.
Es el espacio que debieran ocupar los Estados Unidos como el más
importante mercado de consumo del mundo. También para dar a conocer cuál es el grado
de eficiencia que han demostrado sus propias fuerzas anti-narcos para controlar
la distribución dentro de sus fronteras y cuántos capos importantes de la droga
que operan en combinación que operan en
su territorio, en asociación con los carteles internacionales, han sido arrestados y condenados.
Lo cierto es que nuestro aporte en la
lucha contra el narcotráfico ha rebasado con mucho nuestras posibilidades y que
pese al tesonero esfuerzo desplegado por las autoridades, en particular la
Dirección Nacional de Control de Drogas y al frecuente decomiso de fuertes alijos de sustancias prohibidas, sobre todo de cocaÃna y heroÃna, nuestro paÃs
sigue siendo utilizado como corredor para alimentar un destino de tan atractiva
y nutrida clientela. Un trasiego que por
lo general, no llega al mismo de manera directa, sino a través de Puerto Rico.
Pero si damos marcha atrás al calendario
y nos remontamos un par de décadas, recordaremos los de más edad y comprobarán los más jóvenes
que el flagelo de la droga era
prácticamente desconocido en nuestro paÃs. Por obvias razones económicas, República
Dominicana no ofrecÃa la menor posibilidad
a los barones del narcotráfico de poder desarrollar un atractivo mercado de consumo local, el cual quedaba limitado
a un grupo muy reducido de usuarios con disponibilidad económica suficiente
para adquirir el producto.
Ha
sido precisamente la notable expansión del consumo de estupefacientes que se ha
registrado en los Estados Unidos, donde se ha llegado a mencionar la cifra de
treinta o más millones de consumidores entre adictos, habituales y ocasionales,
el motivo principal de nuestra involucración en el tema.
Esa desafortunada circunstancia uncida a
nuestra ubicación geográfica y gran limitación de medios preventivos y
defensivos para hacer frente a un enemigo en extremo poderoso que dispone en
abundancia de recursos humanos usados como material gastable, económicos y logÃsticos, es la razón que nos
hace figurar, año tras año, en la lista publicada por el gobierno
norteamericano, como corredor para el tráfico de drogas a fin de suplir su
pródigo mercado. Como norma de comparación
vale señalar que el valor en las calles de Nueva York, Los Angeles y otras
ciudades estadounidenses de un solo cargamento decomisado por las autoridades
resulta superior al presupuesto de todo un año que recibe la DNCD.
El valor agregado del paso de la droga
por nuestro territorio nos ha introducido en el consumo en buena escala, hoy metido de lleno en los barrios de la
capital y en todo el paÃs; la feroz lucha de bandas en disputa por el control
del microtráfico; la temible figura del sicariato y el significativo incremento
de la delincuencia.
Y señalar todo esto es lo que le faltó al
informe. MR
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