NUESTRO EDITORIAL // OPORTUNA Y ENERGICA
EL RADAR.COM,Este fin de semana, en sus ya
habituales “visitas-sorpresa”, modalidad que puso en práctica a comienzos de
su pasada gestión de gobierno y a la que ha dado continuidad en este segundo
período, el Presidente Danilo Medina visitó distintas comunidades de la
provincia Elías Piña.
Como en cada ocasión anterior, el
mandatario se reunió con los productores agrícolas de la zona para escuchar de
viva voz sus necesidades y reclamos. Al
finalizar el intercambio anunció la ejecución de un proyecto de
reforestación que abarcará más de
noventa mil tareas, las cuales serán sembradas de árboles maderables, café y
aguacate. La inversión estimada
sobrepasará los setecientos millones de pesos.
Durante el encuentro, el Jefe del Estado
externó preocupación por el grave estado de deforestación que acusa el sistema
montañoso del Sur profundo sometido a un intenso e irrefrenable proceso de
depredación, advirtiendo que de no ponérsele remedio, a la vuelta de pocos años
la región se tornará invivible.
El mandatario rubricó su sombrío
pronóstico, con la promesa categórica de
que en lo adelante “el que se meta a deforestar va preso”. Más que advertencia sus palabras equivalen a
un compromiso que cabe esperar se ejecute con firmeza, sin tibieza ni
privilegios en un país, como el nuestro, donde se ha asentado la convicción de
que lo normal es violar la ley sin consecuencias.
Esa cultura de impunidad ha estado
presente de manera reiterada en la trangresión sin sanción de las normas de
preservación del medio ambiente y depredación de los recursos naturales, a la
vista y conocimiento de todos y a despecho de las denuncias y protestas de
figuras y organizaciones comprometidas con la conservación del hábitat.
En el caso de Elías Piña, hoy mismo en un
programa radial matutino, el senador de la provincia, Adriano Sánchez Roa, hizo
mención a la alianza cómplice de dominicanos y haitianos, mantenida por largo
tiempo, responsable del constante y
penoso grado de deforestación llevado a cabo en la región con la tumba y quema
de árboles para producir carbón con fines comerciales, una actividad ilegal que
les ha generado pingües beneficios a sus
autores. En otros casos, la deforestación
ha tenido como propósito apropiarse de amplias fajas de terrenos públicos con
fines de explotación agrícola.
Es una situación a la que es preciso
ponerle remedio urgente y que, por desgracia, es replicada en muchos otros
lugares del país, incluyendo parques nacionales, con las mismas funestas
consecuencias y vergonzosa impunidad.
Para lograrlo solo se requiere que haya
una firme voluntad política de perseguir, apresar y someter a los responsables,
sin que medie excusa, militancia partidaria ni privilegio. Es el deber que tocará cumplir al gobierno
rindiendo honor a la oportuna y enérgica advertencia hecha por el Jefe del
Estado. Corresponderá luego a los
tribunales cumplir con el suyo imponiendo
a los infractores las sanciones correspondientes que, dada la gravedad y los
perjuicios derivados de los delitos ambientales, deberán ser aplicadas con el
máximo rigor establecido en la
ley
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