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Articulo de Opinión // El poder pasa // Por Orlando Jorge Mera

EL RADAR.COM,El próximo domingo se celebra el Día de los Padres en nuestro país, y con tal motivo, comparto una de las enseñanzas de mi papá que me han forjado en el mundo de la política, particularmente para entender el ejercicio del poder. Quizás, solo los que han estado en los dos lados de la moneda puedan tener una visión distinta de las interioridades del poder.
Como diría Milán Kundera, “la insoportable levedad del ser” se desnuda en las relaciones con el poder. Cuando estás en el poder, todos dicen ser tus amigos. Cuando estás fuera del poder, los amigos son contados. Saborear las mieles del poder requiere de una condición especial para que cuando estés fuera de la burbuja, no sientas el efecto del amargo de la sávila que ofrece la desgracia política.
Mi papá, Salvador Jorge Blanco, fue un hombre que en cuanto a política y valores, me lo enseñó todo. Creció de forma admirable, como profesional y ser humano; muy pronto sintió el llamado del servicio público y más tarde, se sentaría en el sillón de la primera magistratura de la República Dominicana.
Antes de juramentarse como presidente, nos dijo a Dilia y a mí:“No se acostumbren al poder… ustedes van a tener durante cuatro años muchas amistades nuevas, tendrán muchas invitaciones, pero, luego de cuatro años, volveremos a nuestra casa. El poder es como una sombra que pasa. Mantengan siempre su sencillez y la humildad que siempre les hemos inculcado en nuestro hogar”.
Prueba de ello fue que nunca utilizó su condición de expresidente para evitar el infame juicio en su contra. No le deseo a nadie pasar lo mismo que él y nosotros vivimos. No hay rencor ni odio contra nadie. Años después, la justicia lo descargó por no haber cometido los hechos que le imputaban y el tiempo se ha encargado de colocar las cosas en su lugar.
Agradezco enormemente la enseñanza de mi papá para entender la transitoriedad en la política, y cómo hay que vivir con humildad y sencillez en todos los quehaceres de la vida. La memoria de mi papá, así como de otros grandes como José Francisco Peña Gómez, no merecen nada menos que nuestra entrega absoluta a los fines que hemos trazado: reformar de manera profunda el sistema político y electoral, garantizar equidad y transparencia, y regalarle a las nuevas generaciones, la República Dominicana que nuestros fundadores soñaron cuando todo parecía perdido. Gracias por tanto, papá.

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