NUESTRO EDITORIAL // EL BONO DEMOGRAFICO
EL RADAR.COM,En una reciente publicación, el matutino Hoy recoge y divulga los resultados del trabajo demográfico llevado a cabo por la Oficina Nacional de EstadÃsticas (ONE), que revela un detalle de sumo interés: durante los últimos 25 años, o sea, del 1990 al 2015, la población dominicana joven ha aumentado de manera constante hasta hace apenas unos cinco años, en que a partir de entonces se registra una ligerÃsima tendencia a la baja.
AsÃ, al presente, de acuerdo a los resultados de esa investigación de campo llevada a cabo por la ONE, tenemos que el treinta y cuatro por ciento de la totalidad de la población dominicana se sitúa en el rango de entre 15 a 34 años.
Ese gran contingente poblacional de adolescentes y adultos jóvenes en plena capacidad de laborar, crear y contribuir al crecimiento de la economÃa y al fortalecimiento de las finanzas públicas, es lo que el organismo estadÃstico califica de “bono demográfico”. Es a juicio de sus técnicos una situación de largo plazo, que se extenderá por varias décadas hasta que se produzca un incremento acelerado en las tasas de envejecimiento de ese mismo núcleo humano. Esta situación demográfica representa, advierten los expertos, tanto oportunidades como retos.
¿Hasta qué punto estamos preparados para aprovechar el empuje de esa gran masa adolescente y joven? ¿Estamos en capacidad de utilizar en forma provechosa todo ese potencial de sangre nueva? ¿Están ellos, a su vez, preparados para asumir el reto de los aportes que pudiera esperarse de los mismos?
En fecha también muy reciente, otra encuesta estableció que la tasa de desocupación laboral entre la población joven duplica la de desempleo general del paÃs. O sea, que no estamos generando la cantidad de puestos de trabajo que requiere la población juvenil, donde cada año se estima que arriban unos 100 mil o quizás más a un mercado laboral que les ofrece escasas oportunidades de empleo.
Esa gran masa de jóvenes desocupados es la que se ha dado en llamar los “ni ni”, o sea, “ni trabajan, ni estudian”. En ocasión posterior, durante un interesante evento con participación internacional, promovido por EDUCA , la clasificación se modificó agregando otros dos “ni ni”, esto es, ni están capacitados para aportar conocimientos y destrezas al mercado, ni tienen oportunidades de empleo. Por nuestra parte, incurrirÃamos en el atrevimiento de agregar un quinto “ni”, esto es, “ni tampoco poseen una formación en valores”.
Con tantos “ni ni” en su haber, si no actuamos con presteza para revertir esa situación, están dadas todas las condiciones para que una gran cantidad de jóvenes desde las edades más tempranas, apenas niños, se sumerjan en el submundo sombrÃo de la delincuencia, las pandillas barriales, las drogas y las formas más aberrantes del crimen frente a una sociedad que no les ofrece la oportunidad de mejores opciones de vida y progreso dentro del marco de la ley. Golpeados a diario por la cultura consumista, carentes de alternativas, muchos jóvenes no ven otro camino para satisfacer su anhelo de integrarse a la misma que el de transitar por los vericuetos de la ilegalidad que tantas veces los lleva a la prisión, cuando no a muerte prematura.
Por este camino torcido, la bendición del “bono demográfico” termina convertida en una verdadera maldición y la promesa que representa esa población joven y llena de vida, en un motivo de amarga frustración.
Estamos, pues, ante una oportunidad y un reto. El tiempo dirá si aprovechamos la primera o no damos la talla con el último.
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