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Articulo de Opinión // " Mi trayectoria política " // Por JOSÉ ALEJANDRO AYUSO

EL RADAR.COM,Por el buen ejemplo de mi querido padre el periodista y poeta Juan José Ayuso, quien por su irrestricto respeto por los demás lo hizo sólo de manera excepcional y ante un justificable estado de necesidad, también evito que mi persona sea el tema de esta columna. Trato de analizar ideas, conceptos, propuestas y proyectos interesantes, no comentar sobre la vida de la gente y menos de la mía. 

Aunque en ocasiones y al socaire de temas que lo ameriten revele datos que conciernen mi ámbito privado.

Pues en esta entrega me veo obligado a hacer un breve recuento de mi trayectoria política para esclarecer ante la opinión pública cuál es mi estatus vis-à-vis la partidocracia tradicional o la emergente: el punto de partida, para despejar preguntas frecuentes en las redes sociales, es que desde hace aproximadamente 3 años no milito en partido alguno.

Queda claro entonces que en algún momento sí fui militante de algún partido (que no “dirigente” porque sólo fui miembro de la Comisión Económica por unos pocos años), en específico del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, como muchos conocen. 

Cuando me fulminaron, junto a otros, del padrón de la organización, tomé la decisión de reflexionar sobre la pertinencia existencial de pertenecer a un partido político.

Antes de dar el dictamen final a este respecto, algo de mi historia. Estudié Derecho Internacional en Francia porque mi vocación es la diplomacia. Comencé en la época de Balaguer a trabajar con la cooperación al desarrollo con la Unión Europea y luego lo hice en la Cancillería como consultor del PNUD. 

En el 2000 apoyo la candidatura de Hipólito Mejía y luego en su gobierno me nombra viceministro de Relaciones Exteriores. Es en ejercicio de esas funciones que decido “no dejar la política sólo a los políticos” e ingreso en el PRD con el objetivo de añadir valor como profesional del derecho.

Una vez fuera del gobierno me integro a la oposición política, a las campañas electorales y continúo mis labores como abogado y consultor empresarial. Años más tarde se abre el proceso para conformar las Altas Cortes y, con el apoyo inicial de mi partido, decido postularme al Tribunal Constitucional. 

Hago una maestría en la Universidad de Castilla-La Mancha y durante dos años me preparo para la tarea. Tengo un buen desempeño en la evaluación y, llegado el momento, me excluyen por un “extra partido” con relaciones primarias con la alta dirigencia. Primera gran decepción.

La segunda frustración ocurre cuando viene la demanda judicial por el libro “El lado oscuro de la SunLand”. Aunque en principio no se tratase de un asunto estrictamente político, eran evidentes las implicaciones en ese sentido. 

Por demás, un militante siempre espera solidaridad de su partido y de sus compañeros en momentos difíciles y este lo fue en grado sumo. Pues el apoyo económico fue pírrico y el moral inexistente, por si a alguien le cabía alguna duda.

La tercera fue la vencida: por ambiciones personales se divide el partido y la franquicia con la siglas me expulsa sumariamente. ¿Se requieren mayores decepciones para abandonar un partido político? La lección vital es que tampoco estoy dispuesto a repetir la amarga experiencia en ningún otro, y punto.

 http://elnacional.com.do/mi-trayectoria-politica/

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