NUESTRO EDITORIAL /// CARCELES EN ESTADO DE ALERTA Y DE EMERGENCIA
Ha actuado con sensatez y previsión el Procurador General de la
República al declarar todas las cárceles del paÃs en estado de alerta. Lo ocurrido en Najayo el pasado viernes es un hecho sin
precedentes y advierte de un nivel de temeridad y coordinación entre los
reclusos que trataron de fugarse y sus compinches del exterior que equipados
con armamento de guerra intentaron respaldar su frustrado propósito, elementos
que pudieran interpretarse como parte de una trama de más vasto alcance y varios
tentáculos.
Pero evidencia además, como señalamos ayer, la extrema fragilidad
de las normas de seguridad en nuestro sistema carcelario. Y el elevado grado de corrupción y
complicidad que salta a la vista en el cuerpo de guardianes y que en este
luctuoso caso, costó la vida a dos oficiales valerosos que impidieron se
consumara el hecho a tan irreparable costo personal.
¿Cuántas son las veces que se ha prohibido la existencia de
celulares en manos de los presos?
¿Cuántas las disposiciones para prohibir el acceso de armas, bebidas
alcohólicas, drogas y prostitutas a los recintos carcelarios? ¿Qué mecanismos de disciplina, control y
seguridad se aplican en nuestras prisiones?
¿Acaso no son estas verdaderos mercados donde todo es posible, como reza
el anuncio de la red de una empresa telefónica?
El estado de alerta se justifica para establecer en lo inmediato,
la posible conexión de la frustrada fuga con intentos similares en otras
cárceles del paÃs y hasta de otras acciones cercanas al terrorismo. Y el de emergencia, a fin de comenzar a dar los pasos necesarios
para introducir cambios profundos e indispensables en nuestro tan vulnerable,
caótico y penoso sistema carcelario.
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