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Punta Cana cumple medio siglo con prisa para recuperarse del "año perdido"

EFE
Punta Cana, RD

Punta Cana, el paradisíaco rincón de la República Dominicana con hoteles 'todo incluido', cumple 50 años con la meta de recuperarse rápidamente del duro golpe que supuso el cierre de tres meses por el coronavirus.

El empresario dominicano Frank Rainieri, visionario que comenzó la construcción del primer hotel en Punta Cana en julio de 1970 en una zona de selva virgen, sin carreteras ni aeropuerto, vaticina, en una larga entrevista a Efe, que 2021 será un año de recuperación progresiva y 2022, el de la retomada del crecimiento.

"Tenemos que entender que este es un año perdido, el 2020. Esto ocurre cada cierto tiempo. El 2021 es el año de la recuperación y consolidación nuevamente de la industria, y el (20)22 será el inicio del crecimiento", analiza Rainieri, presidente del Grupo Puntacana, conglomerado con múltiples ramificaciones que controla tres hoteles, el aeropuerto y una central eléctrica, entre otras inversiones.

Sentado en su oficina, desde donde se divisa la torre del aeropuerto de Punta Cana, que volverá a recibir turistas a partir del 1 de julio, el empresario reflexiona sobre el futuro del turismo mundial.

UN NUEVO TURISMO

"Creo que esto es un despertar a un nuevo turismo", opina, un modelo que valorará hoteles construidos con mucho espacio, para mantener el ahora tan necesario distanciamiento social y también, para disfrutar de la naturaleza.

Rainieri subraya que las cadenas hoteleras en Punta Cana acordaron hace 40 años respetar una serie de principios, entre ellos, un límite de 40 habitaciones por hectárea y un tope de altura para que los edificios nunca sobrepasen a las palmas de coco.

"Esos principios de hace 40 años van a volver a ser parte de una nueva tendencia en el turismo mundial. La gente va a buscar más espacios (...) En eso, el destino está muy bien posicionado. Creo que va a poder recuperarse rápidamente".

LOS NUEVOS PROTOCOLOS

En la reapertura, la industria deberá "ajustar" sus protocolos, en una situación similar a lo que supuso las normas de seguridad introducidas tras los atentados del 11-S, que fueron rápidamente asumidas por todos, señala Rainieri.

Sobre el uso de mascarillas, obligatorias en República Dominicana, el empresario llama a que impere la "lógica", considerando que sí serán necesarias en el vestíbulo o en el restaurante, pero no en lugares en los que se puede garantizar la distancia, como en la playa o el mar.

"La lógica es lo que debe imponerse y el cuidado. Lo importante es asegurarnos que todo el mundo cumple las normas".

Del mismo modo, considera que otras restricciones que siguen en vigor, como la prohibición de la apertura de discotecas hasta el 24 de agosto, "no impedirá viajar" a nadie este verano.

LA COMPETENCIA EN EL CARIBE

Para atraer de nuevo a los viajeros, Rainieri admite que serán necesarias las ofertas y los descuentos, pero alerta de que hablar de guerra de tarifas en el Caribe no es "saludable para nadie".

"Ya en el pasado vivimos que cuando hay guerra de tarifas hay deterioro de los servicios y con esto, deterioro de la calidad del producto. Es más interesante, tanto para el visitante como para el negocio de hospitalidad, mantener la tarifa adecuada, con el servicio adecuado, y no una guerra de precios que conlleve la degradación de los servicios", ahonda.

Recuperarse de guerras de tarifas fue "muy difícil" en el pasado, recuerda Rainieri, por lo que "los hoteleros no cometerán el mismo error".

La estrategia del sector será una reapertura "paulatina" y, en su caso, adelantó que de momento solo reabrirá uno de los tres hoteles de su complejo.

LA SEGUNDA VIVIENDA, MERCADO EN ALZA

La crisis del coronavirus ha tenido una cara positiva para el sector: la cuarentena ha espoleado el mercado de segunda vivienda, por el interés creciente de casas rodeadas de naturaleza.

METAS DE FUTURO

Rainieri vislumbra que el destino Punta Cana-Bávaro pueda llegar en 2035 a la meta de 60.000 habitaciones hoteleras, cerca de un 50 % más que en la actualidad, y a 10.000 viviendas para extranjeros.

Y ese crecimiento probablemente se apoyará, en parte, en proyectos que no van en línea con la filosofía que han mantenido los creadores de Punta Cana, como un hotel de 7.000 habitaciones, que está empezando a levantar un grupo ruso, o los planes de construcción de un segundo aeropuerto, que planea un grupo rival, y que a su juicio, "no es necesario".

LOS INICIOS DIFÍCILES

Sea como sea la reapertura y la salida de la crisis, el panorama de Punta Cana será muy diferente al de 1970, cuando Rainieri creó de la nada este destino, en una "aventura alocada" que emprendió de la mano del abogado estadounidense Ted Kheel, quien compró los terrenos selváticos.

Rainieri recuerda que los socios no ganaron un dólar en los primeros 22 años, tiempo en el que se construyeron carreteras, el aeropuerto y los primeros hoteles, entre ellos el Club Mediterranée, primera cadena internacional que apostó por el destino y que permitió que el nombre de Punta Cana se conociera en el extranjero.

Tras la llegada de la cadena Bávaro en los ochenta, le siguieron otros grupos españoles y a partir de 1992, según relata, Punta Cana "comenzó a crecer".

Pero el gran impulso de la marca Punta Cana, recuerda, se dio gracias a Óscar de la Renta y Julio Iglesias, que en 1997 decidieron mudarse a este lugar "y le dieron otra dimensión" al proyecto.

Después de eso, "sin prisa pero sin pausa" este complejo hotelero se convirtió en el motor de la economía dominicana.

Y ahora, cuando se avecina el fin de la crisis de la COVID-19, el responsable de la "quimera" llamada Punta Cana aspira a que, "si se trabaja con cabeza y de la mano", se pueda duplicar en el medio plazo el número de turistas que recibe República Dominicana, hasta llegar a los 15 millones anuales.

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