100 días de la pandemia
Desde hace 100 días la vida en República Dominicana cambió y la de su población también. Todo empezó aquel domingo primero de marzo cuando en medio de la expectativa ciudadana, las autoridades sanitarias convocaron a una rueda de prensa donde se anunció el diagnóstico del primer caso importado del nuevo coronavirus COVID-19.
De repente la población empezó a tener pánico. Se ordenó el confinamiento en el hogar y el control de movilidad dejando en el olvido los tradicionales paseos de domingo y encuentros familiares; los hoteles quedaron vacíos, las playas permanecen desiertas y los angustiosos congestionamientos del tránsito quedaron en el pasado.
El país se blindó
El país se aisló cerrando sus aeropuertos, puertos y frontera terrestre, dejando abierto solamente los vuelos humanitarios. A lo interno cerró además provincias completas como Duarte y Puerto Plata.
Se cerraron las escuelas y universidades, salones de belleza, iglesias, gimnasios, parques, cines y otras áreas recreativas; los restaurantes quedaron sólo con servicios de delivery y el ritual de los velatorios, la celebración de bodas y cumpleaños fueron prohibidos.
La televisión en vivo pasó a transmitirse por plataformas tecnológicas desde la casa y las ruedas de prensa a ser virtuales.
Teletrabajo
Las elecciones presidenciales que siempre se celebraban en mayo se pospusieron para julio y por primera vez el asueto de Semana Santa se vivió en los hogares, sin viajes a balnearios ni al interior del país.
El cierre de empresas e instituciones fue casi completo, quedando algunas de ellas operando con un mínimo de personal, viéndose obligadas a reinventarse de prisa para dar paso al teletrabajo.
A esa readecuación tuvieron que responder rápidamente los servidores públicos y privados que sin proponérselo se vieron trabajando desde las casas, con escasas herramientas y asumiendo una cultura de adaptación y convivencia.
En el campo médico no fue diferente. Pacientes y médicos se resguardaron, salas de consultas y hasta de emergencias de clínicas y hospitales quedaron vacías, dando la impresión de que las dolencias viejas y nuevas se congelaron. Con el paso de los días, médicos y pacientes hicieron readecuaciones que permitieron dar paso al recurso de la telemedicina, mediante la consulta a distancia.
Mascarillas y distancia
Primero con recomendaciones muy específicas y luego con carácter de obligatoriedad en áreas públicas y de trabajo, la mascarilla empezó a formar parte del atuendo de los dominicanos. Además la población asumió en inicio el uso de guantes, pero luego la rigurosidad en el uso se fue perdiendo.
El gel líquido y el jabón de cuaba pasaron a ser los insumos más demandados, y en inicio de la epidemia, el papel de baño y la vitamina C. El retiro y desinfección de los zapatos y lavado de manos al llegar al hogar también se han vuelto parte del ritual de la mayoría de los dominicanos en todos estos días.
Emergencia y toque de queda
En estos 100 días de circulación del COVID-19 la población ha vivido cinco declaratorias de Estado de Emergencia, iniciando el primero el 18 de marzo y el último el tres de junio, así como cinco decretos de toque de queda, con restricciones de movilidad, primero todos los días de 5:00 de la tarde a 6:00 de la mañana y posteriormente se flexibilizó de lunes a sábado de 7:00 de la noche a 5:00 de la mañana y los domingos a partir de las 5:00 de la tarde.
Medidas económicas y sociales
Alrededor de 1, 014,670 trabajadores quedaron suspendidos y algunos cancelados, de los cuales hasta el pasado fin de semana se habían reintegrado 194,458.
El Gobierno implementó medidas económicas y sociales con programas de apoyo y protección a trabajadores formales e informales y a empresas para que servidores pudieran conservar el empleo, así como acciones de flexibilidad para préstamos, créditos y de estabilidad monetaria. Entre los programas implementados se encuentran “Quédate en Casa”, Fondo de Asistencia Solidaria a Empleados (FASE I y II), y “Pa’ Ti”, así como incentivos al personal de salud y seguridad.
La desescalada
Pese a que los casos de contagios y muertes siguen subiendo, las personas poco a poco empezaron a perder miedo y desde finales del mes de abrir empezaron a salir lentamente a las calles, lo cual fue incrementando considerablemente en el mes de mayo. El Gobierno puso en marcha un programa de desescalada económica y comercial que incluye cuatro fases para dar paso a la convivencia segura entre la vida económica y el virus.
La primera inició el pasado 20 de mayo y actualmente nos encontramos en la segunda fase que inició el día tres de este mes. La tercera está prevista para el próximo 17 y la cuarta para el primero de julio, fecha en que se espera activar al 100 por ciento toda la actividad económica, comercial, social y política del país.
LOS HECHOS
Más afectados.
La mediana de edad de los fallecidos por coronavirus es de 65 años y el 69.89 por ciento ha sido hombres.
A la calle.
Contagios y muertes siguen en alto, pero la gente ha perdido el miedo y desde finales de abrir empezó a tomar la calle.
Recomendaciones.
Para evitar contagio y propagación, se recomienda distanciamiento social, uso de mascarilla y evitar lugares de alta concurrencia.
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